Previo al tercer informe de gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros, nada parece tener sentido. Ahora, el tono del diálogo entre el Secretario General de Gobierno Luis Antonio Ramírez Hernández y los representantes de los medios de comunicación local, es cada vez más ríspido y deja entrever la impotencia y la desesperación del oficialismo por mantener a toda costa su discurso del: “Tlaxcala seguro”, que solo ellos logran ver, claro, a través de los cristales blindados de las unidades de lujo que los trasladan de un punto a otro de la entidad con total tranquilidad. Camionetas Suburban que por cierto, ni Obama tiene, y cuyo costo alcanzarían los 4.5 millones de pesos cada una, sin que nadie hasta el momento, fuera del primer círculo del poder, tenga la certeza de cuántas son, si 10 o 12, de qué partida presupuestal salió el pago y cuándo y de qué forma se licitó la compra; muchísimo menos, cómo es qué justificaron esa millonaria adquisición de vehículos acorazados, siendo que en el estado más seguro del país ese tipo de vehículos no son necesarios, de acuerdo a su propia narrativa, pero sobre todo, por qué fueron destinados para los integrantes de la familia Cuéllar. Y poniéndonos exquisitos, por qué siguen circulando sin placas, aunque eso ya sería caer en la banalidad.

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