La historia de la administración cómico política que encabeza la segunda mujer más votada de toda la historia del mundo mundial, está cada vez más cerca de su final. Y como ocurre en estos casos, su protagonista Lorena Cuéllar Cisneros, trata por todos los medios de resistir los embates de la cúpula del poder político nacional hasta el último momento y no solo por haberse tomado una fotografía con un presunto líder de un grupo delictivo en un evento privado o por seguir negando la presencia del crimen organizado en Tlaxcala, sino también, por su descrédito a nivel nacional, primero por confrontar el análisis delictivo de la estrategia de seguridad planteada por el secretario Omar García Harfuch, y luego, por incongruente, por haber adquirido una decena de camionetas de lujo blindadas para el uso exclusivo de su familia con recursos públicos; además, de la estrepitosa caída que registra su imagen en las encuestas de percepción ciudadana; por último, y no por eso menos importante, por el innegable cochinero administrativo que ya le fue observado por la Auditoría Superior de la Federación, al no poder justificar 880.5 millones de pesos, correspondientes a los dos primeros años y cuatro meses de su gestión gubernamental.

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