No es una exageración, ni es una invención de los medios de comunicación o una teoría de la conspiración por parte del gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, el colocar a Tlaxcala en el mapa criminal con la operación de células de los grandes cárteles en nuestro pequeño, y hasta hace poco, tranquilo Estado. Tampoco, creo, que sea una afrenta personal del Secretario del ramo Omar García Harfuch en contra de una miope gobernadora que ha sido omisa, incompetente y tal vez hasta inepta en materia de seguridad. Al contrario, estoy plenamente convencido de que  simple y sencillamente se trata del resultado de un análisis de inteligencia realizado por la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina y la propia Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, datos que fueron dados a conocer en la mañanera y que forman parte de la estrategia de los primeros cien días del nuevo gobierno federal, y que no son más que un reflejo de la única y lamentable realidad que lastima y lacera a la población tlaxcalteca, que, apanicada por los sangrientos sucesos, sale todos los días a las calles a realizar sus actividades en medio de la incertidumbre.

Es esa misma realidad que se niega a reconocer la segunda mujer más votada en la historia del mundo mundial, y en la que un día sí y el otro también, lo mismo secuestran y matan a empresarios, que a jóvenes y a mujeres con el tiro de gracia; en la que transitar por carreteras y puentes estatales es un grave peligro por la alta incidencia de robos y asaltos; en la que, en una taquería o en una cafetería ya no es seguro estar por los robos con violencia; en la que ir al banco a realizar una operación es como jugar a la ruleta rusa y en la que cotidianamente el sonido de las detonaciones de armas de fuego irrumpe la tranquilidad de la población.

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