Si de acuerdo con el comparativo nacional de seguridad del Gobierno Federal, el estado de Tlaxcala se ubica en el lugar 26 de las 32 entidades federativas, con un total de 105 homicidios dolosos registrados de enero a septiembre de este año; y si a través del Censo Nacional de Seguridad Pública Estatal 2024 del INEGI, se confirmó que Tlaxcala es el estado con la mayor incidencia de robos en carreteras y puentes estatales, entonces cómo es qué la Gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros y su gabinete de seguridad no aceptan que la suya, es una administración incapaz, indolente, inútil y mentirosa, que ha dejado, no solo que las células de los grandes cárteles del crimen organizado tomen el control de las calles y alteren nuestras vidas, sino que también, con su silencio cómplice, den su consentimiento para que los grupos  locales dedicados al robo a vehículos de carga, los que se dedican a la trata de mujeres para su explotación sexual, los que operan la sustracción ilícita de hidrocarburos, los que emplean el esquema “Gota a Gota” o los denominados tarjeteros, abonen a este clima de violencia desenfrenada. ¿De lado de quién está la Gobernadora, de la ciudadanía o de la delincuencia?.

Y la duda es razonable, porque mientras los secuestros y homicidios de empresarios van en aumento y los feminicidios son cada vez más frecuentes; el hallazgo de osamentas es algo cotidiano y las balaceras y los robos violentos son el pan nuestro de todos los días, su gobierno no atina a implementar una estrategia efectiva que nos regrese la paz que hemos perdido.

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