Exactamente tres años le bastaron a Lorena Cuéllar Cisneros para ponerle en la madre a todo lo que se pudo, incluyendo, claro, la paz y la tranquilidad que llegamos a tener. Ni los corruptos del PRIAN que por muchas décadas gobernaron Tlaxcala, lograron lo que ella en tan poco tiempo; que las bandas criminales avanzaran con total impunidad y que, a su paso, dejaran una estela de violencia y muerte, con el mensaje para el gobierno de que el verdadero poder es el de ellos y no el del estado. Ya suman casi una veintena de ejecutados, descarnados del rostro, desmembrados, embolsados o ejecutados in situ, entre ellos, un alcalde que no tuvo tiempo de entregar el cargo porque una bala en la cabeza se lo impidió, y un niño, que por resistirse al atraco, lo privaron de la vida con un disparo a la altura del pecho.

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