Lorena Cuéllar Cisneros, al parecer quiso, probablemente lo intentó, pero finalmente, fracasó. Así, se pueden resumir los tres primeros años de su administración que se ha destacado por obtener los peores resultados en materia de seguridad ciudadana de los que se tengan registro en el estado de Tlaxcala, al menos, en su historia reciente. En un análisis fundado en estadísticas oficiales y motivado por los múltiples sucesos sangrientos ocurridos en varios puntos de la entidad, se puede destacar, que por la frecuencia de los eventos, se trata de un síntoma inequívoco de la incapacidad cerebral, tanto de la mandataria estatal como de los integrantes de su gabinete de seguridad, pero sobre todo, deja al descubierto una patética estrategia que ha sido, es y será un total fiasco para frenar la marcada tendencia de violencia que ya alcanzó cifras inimaginables,  pues tan solo en los primeros quince días del mes de agosto, rompió su propio récord al contabilizar once macabros hallazgos de cadáveres que fueron tirados, mutilados, desmembrados o encontrados con el tiro de gracia, convirtiendo así a Tlaxcala, en un cementerio a cielo abierto, cortesía de la 4T.

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