Como lo acuñó el exgobernador Tulio Hernández Gómez, “Tanta democracia nos rompió la madre”, frase célebre, que, a como va el país y en especial Tlaxcala, la suscribo en todas y cada una de sus letras. Aunque lo expresado atinadamente por el extinto exmandatario y mí opinión personal, no le quita razón ni peso a las consideraciones de quienes aseguran, que democratizar al Poder Judicial es una deuda social que se tiene que saldar y la elección de Ministros, Magistrados y Jueces federales y locales, es un mecanismo que se debe implementar para erradicar el enquistamiento de operadores jurídicos en un poder que se cierne como superior al Ejecutivo y al Legislativo, pero que no cuenta con el respaldo popular para sostener esa supremacía constitucional, y muchísimo menos, con la confianza ni con el aval de la ciudadanía que por azares del destino enfrenta su realidad en tribunales todos los benditos días. Y ahí sí, Sus Señorías, ni cómo ayudarles, pues es un hecho latente que la poca justicia que se imparte en el país y en nuestra entidad, ni es pronta, ni es expedita y muchas de las veces, tampoco es imparcial, por lo tanto, son Ustedes víctimas de su propio éxito.

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